Con mucho placer, con la misma jovialidad con la que
un niño lee sus cuentos, he releído ha poco la tragedia de Edipo. ¡Cuánto me
divierte la tragedia de Edipo, cuánto me hace reír esa tragedia, cuánto me
hacen reír las tragedias del teatro y de la vida! Pero, ¿se ha entendido qué es
lo que origina la tragedia de Edipo, qué es lo que la detona? ¿Se ha visto, o
mejor dicho, se ha querido ver qué subyace en esa tragedia? ¿Se ha querido
entender cuál es el verdadero enigma de Edipo? ¡Enigma truculento que él, el
indagador, el descubridor de enigmas, el que resolvió el enigma de la Esfinge,
ni siquiera sospechaba!
¿Cuánto ha inspirado la tragedia de Edipo? ¿Cuánto ha
confundido a los hombres la tragedia de Edipo? ¿Cuánto enigma hay en el deseo
de matar al padre? ¿Cuánto, en el de copular con la madre? ¿Cuánto se ha
disparatado, cuánto se ha parloteado sobre la tragedia de Edipo? Ni siquiera se
ha sabido cuándo surge ese deseo interno, ese deseo latente de matar al padre, ni tampoco por qué. Un medicucho austríaco
sostiene que la tragedia de Edipo, el deseo de matar al padre, surge desde la
más tierna infancia. ¡Eso es falso hasta la náusea! ¡Para el niño, el padre es
un dios! En cambio, para el adolescente, el padre es un tirano que lo condenó a
muerte...
En efecto, la tragedia de Edipo surge en la pubertad,
es el adolescente el que al enterarse de que va a morir, de que está
sentenciado a muerte, y de que la sentencia fue dictada por los padres, es ese
adolescente el que engendra el odio hacia los padres, el deseo de matarlos, de vengarse...
Así es, el adolescente engendra esa venganza contra el padre para vengarse, pues
el padre lo condenó a muerte al darle la vida (según los estoicos, nacer es
empezar a morir). Así pues, lo que realmente se esconde detrás de esa venganza
contra el padre, lo que realmente subyace debajo de ese deseo de matar al
padre, es la hostilidad contra la vida. Una hostilidad que se manifiesta en la
pubertad, precisamente su síntoma más grave, su síntoma más siniestro, más
virulento, es el deseo de matar al padre. Esto, y no otra cosa, es la tragedia de Edipo.
Edipo mata a su padre porque odia haber nacido, Edipo
mata a su padre porque este lo condenó a muerte. Edipo mata a su padre para
vengarse de quien le dio el ser mortal, de quien lo engendró para morir. Edipo
detesta la cópula que lo engendra, justo por ello se escandaliza cuando se
entera de que ha yacido con su madre. Edipo se aterroriza de haber sembrado en
la tierra en la que el padre labró para procrearlo, Edipo detesta la tierra de
la que brotó, de la que fue cosechado, recolectado, a fin de servir como
alimento mortuorio para los gusanos. Justo por ello se arranca los ojos cuando
se entera de que él también ha labrado esa misma tierra. La tragedia de Edipo
no es matar al padre, al que mata accidentalmente,
la tragedia de Edipo no es copular con la madre, con la que copula sin saberlo,
la tragedia de Edipo es su sed de venganza latente contra el padre, su
hostilidad reprimida contra la vida.
La tragedia de Edipo surge, pues, en la pubertad, es
hija de la conciencia, pero es un engendro repugnante, nauseabundo, por lo que
la conciencia tiene que reprimir ese odio adolescente contra los padres. Lo que
se llama “madurar” no es sino la represión de la conciencia contra el odio
hacia la propia vida. Un odio que nunca desaparece, que continúa reprimido toda la vida. La conciencia,
una vez fortalecida, es capaz de reprimir ese odio, aun cuando la propia
conciencia no tiene conciencia de qué es lo que reprime, en realidad, la
conciencia sólo sabe que debe reprimir eso que genera al odio hacia los padres,
la tragedia de Edipo, pues es demasiado horrendo. ¡Esa conciencia no tiene
conciencia de nada, ni siquiera del monstruo apocalíptico que engendra por
miedo a la muerte!... El peor enemigo de Edipo está dentro de sí mismo, el peor
enemigo del hombre está dentro de cada uno: es la hostilidad contra la propia vida… El hombre es un lobo para
el hombre, a fin de no ser un lobo –para
sí mismo…
AFORISMOS DE EL EVANGELIO SEGÚN ZARATUSTRA
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